CENTENARIO DEL ORFEÓN DE GRAUS 1914-1918


CENTENARIO DEL ORFEÓN DE GRAUS 1914-1918

El Orfeón de Graus se creó en 1914. Por tanto se cumplen cien años de su existencia. Formaron parte de él más de 100 personas y fue todo un acontecimiento cultural y social para el Graus de la época. En este blog quiero recoger los acontecimientos más señalados de su historia, así como los del que fue su director Manuel Borguñó.

sábado, 20 de junio de 2015

EL ORFEÓN EN ZARAGOZA 5ª parte

20 de JUNIO de 1915

Segundo concierto

Con regular concurrencia se celebró en el teatro principal.

Lástima grande que no hubiera más público, pues tardaremos a oir conciertos tan notables como estos.

Fueron colocados en el proscenio los estandartes de los orfeones de Graus y Zaragozano.

El primero ostentaba una corbata moaré roja con la siguiente inscripción bordada en oro: HERALDO DE ARAGÓN al Orfeón de Graus.

Volvieron a cantar las obras corales Resurgimiento, preciosa composición de Borguñó; Canto de la Alondra, de Mendelssohn; y la marcha wagneriana de Tannhäuser, esta última bastante mejor acompañada por la orquesta que la noche anterior, a pesar de la escasez de elementos instrumentales para obra de tal categoría.

Se renovaron las manifestaciones de simpatía y agrado por parte de todo el auditorio.

Por primera vez se cantó el Himno a la Virgen del Pilar, original del director del Orfeón gradense. Es una composición muy inspirada de múltiples complicaciones polifónicas en la que Borguñó nos demostró lo mucho que sabe armonizando y dirigiendo.

En la segunda parte volvieron a cautivar al auditorio con su gracia y arte las bellísimas señoritas Sazatornil y López.

Las dos cantaron entre calurosas ovaciones varias tonadillas, algunas de ellas inéditas. Y los distinguidos oyentes pidieron que se cantara la Tirana, coplas goyescas que Pepita Sazatornil dijo con su inimitable donaire.


La última parte ofrecía dos novedades. Además de Ven, dulce amor y las Albadas, ambas de Borguñó, se cantaron La noche del amor, de Morera, en la que el ilustre autor de La canción del náufrago pone de relieve sus grandes méritos, un Himno a Costa, vibrante composición de D. Manuel Borguñó, también muy notable y la Jota Aragonesa de Retana.



Las famosas albadas populares hubieron de ser repetidas y el solista Sr. Baldelloc recibió abundantes aplausos.

También mereció los honores de la repetición la primorosa jota y al terminar la segunda vez el público, puesto en pie, poseído de entusiasmo desbordante, aplaudió y aclamó al Orfeón de Graus.

Los músicos de la orquesta también aplaudía fervorosamente, y se dieron vivas a Graus, a Zaragoza, a Huesca y Aragón.

Los orfeonistas también contestaban a las aclamaciones y a los aplausos, siendo unos instantes de gran emoción por el desbordamiento de entusiasmo regional de que daban gallarda muestra las dos provincias hermanas.

A instancias del auditorio pronunció breves y correctas frases de agradecimiento el director de la asociación coral.

El señor Borguñó dijo que consideraban los orfeonistas inmerecido el cariñoso homenaje que les tributaba el pueblo de Zaragoza y que agradecían en el alma las manifestaciones de simpatía de que habían sido objeto.

Se produjo la ovación y orfeonistas y espectadores salimos satisfechísimos de la memorable fiesta musical.

Dámaso Castejón

En el Orfeón Zaragozano

Como habíamos anunciado, visitó el Orfeón de Graus, al domicilio social de nuestra sociedad orfeónica.

Los salones del antiguo Palacio de la Música fueron invadidos por los orfeonistas gradenses, los zaragozanos y sus familias.

La recepción fue brillantísima. Hubo gran entusiasmo por parte de todos estrechandose los lazos de confraternidad entre unos y otros.

Se improvisó un concierto a cargo del Orfeón Zaragozano que cantó Aires del Montseny, de Bretón; El canto del Vivac, de Mallén Olleta, y el grandioso Ave Verum de Saint Saëns.

También cantaron selectas particellas algunos de nuestros orfeonistas; la niña Nieves Clemente, La espuma del champagne; Sr. Larrodera, una Plegaria la Virgen; Sr. Gil, El tamborilero, y el señor Jiménez la cavatina de Il barbiere di Siviglia.

Para el coro y para los solistas hubo unánimes y merecidos aplausos.

El Sr. Orensanz, en nombre del Orfeón Zaragozano y los señores Borguñó y Gambón, por el de Graus, pronunciaron sendos discursos de salutación y de mutuo cariño.

Con clamorosos aplausos y aclamaciones recíprocos terminó el simpático acto entre los dos orfeones en el que se sellaron los vínculos de afecto que ya existían anteriormente.


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