BANQUETE
El Orfeón ante el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón, en el Tibidabo |
En el restaurant Tibidabo se celebró el
banquete con que el Ayuntamiento de esta ciudad ha obsequiado al Orfeón de
Graus. Los comensales eran unos 200 y la comida fue
muy bien servida.
Imagen del banquete en el restaurante Tibidabo |
Presidía la mesa el teniente de alcalde don
Francisco Puig Alfonso, en representación del alcalde. A su derecha sentáronse
los señores Borguñó, director del Orfeón, Mesa, Bona, Costa, hermano del
ilustre polígrafo, Morales Pareja, Gili y Rita. A la izquierda del señor Puig
Alfonso estaban los señores Castillón, presidente de la Junta del Orfeón;
Fortuny, Gardó, Campos, vicepresidente del Centro Aragonés, García Inglada,
Cirera y Arroyos. Brindaron los señores Puig Alfonso, Borguñó,
Castillón, Costa y Gambón, director del El Ribagorzano. Todos los discursos fueron
extraordinariamente aplaudidos, especialmente el del señor Puig Alfonso. Diose la nota entusiasta de recíproco afecto
entre Aragón y Cataluña. Después del banquete el orfeón dio a conocer
escogidas composiciones de su repertorio mereciendo calurosos aplausos.
PALAU DE LA MÚSICA
CATALANA
Palau de la Música Catalana |
El éxito brillante que obtuvo el Orfeón de
Graus en el teatro Goya, se repitió anoche en el Palau de la Música Catalana,
que estaba rebosando de público. Habíase despertado la curiosidad de los
filarmónicos, y cuantos se interesan por la música en Barcelona acudieron al
Palau, donde no quedó ni una sola localidad vacía.
Programa del concierto en el Palau de la Música Catalana |
El orfeón aragonés obtuvo el más
significativo de los triunfos que hasta ahora lleva alcanzados. No son muchos,
por ser recientísima su historia; pero no podía tener ésta una más gloriosa
iniciación.Nos confirmamos en el concepto que nos
mereció desde el primer día, y la victoria lograda anoche nos demuestra que no
extremamos el optimismo. El Orfeón de Graus ha estudiado mucho y hoy llega, en
determinadas obras, a la interpretación perfecta. Dejará entre nosotros un
grato recuerdo la humorada de Roland de Lassus ¡Oh, qué buen eco! y otras obras de su repertorio que anoche
merecieron los honores del bis y provocaron estruendosas ovaciones.
El Orfeón de Graus no es tan notable por la
calidad de las voces como por su afinación y sentimiento de la música. Los
rudos orfeonistas de la montaña saben plegar a la armonía, y desaparece su
aspereza cuando el alma colectiva adquiere unidad de expresión en sus
canciones. Nos olvidamos de que son campesinos lo que vemos agrupados alrededor
de su maestro, y a veces nos admira que sin previa educación musical académica,
y en el aislamiento de un pueblo montañés, hayan podido organizarse para el
arte y cantar como cantan los orfeonistas de Graus. Sinceramente felicitamos al
maestro don Manuel Borguñó; su esfuerzo es admirable.
Cantó el Orfeón en la primera parte el Himno a Costa, L'hereu Riera (que se
repitió), ¡Oh, qué buen eco! (también
con bis), Ven, dulce amor y la Jota de Retana, repetida entre aplausos
y aclamaciones. El maestro Millet, del Orfeó Catalá, felicitó
y abrazó a Borguñó, en tanto el público se deshacía las manos aplaudiendo. A la
senyera del Orfeón le fue impuesta
una nueva corbata. Cantaron después los aragoneses Ave verum, de Saint-Saëns; Plegaria a la Virgen del Remedio, de
Millet; un Bolero del siglo XVIII; el
coro de las hilanderas de El holandés
errante; La noche del amor, de
Morera; Dances y Albadas, de Borguñó (la segunda de dichas obras es notable por su
carácter y sentimiento), y la marcha de Tannhäuser. Las ovaciones fueron continuas y cada vez más
calurosas, viéndose que el público aplaudía sinceramente entusiasmado y no solo
por deferencia y simpatía.
El Orfeón actuando en el Palau de la Música Catalana |
Hubo, como en el concierto anterior, una
parte dedicada a las tonadillas españolas, cuya interpretación corrió a cargo
de las señoritas Pepita Sazatornil y Conchita López. Entre dichas tonadillas se
ofrecía la novedad de tres canciones epigramáticas de Amadeo Vives, que cantó
Pepita Sazatornil con su peculiar donaire: Madre
la mi madre, con letra de Cervantes;
El amor y los ojos (seguidillas), y
El retrato de Isabela, copla del siglo XVIII. Esta última hubo de
repetirse. También repitió la gentil Pepita la Tirana del Caramba, que canta deliciosamente, y la Jota de Borguñó, en la que pone todo el
corazón. Fue aplaudidísima. De sus coplas, repitió la señorita López El majo tímido, dicho con mucha
intención y gracia. También fue aplaudida.
Madre, la mi madre, de Amadeo Vives |
El retrato de Isabel, de Amadeo Vives |
El amor y los ojos, de Amadeo Vives |
En obsequio a sus compañeros de Graus, el Orfeó Catalá, dirigido por el maestro
Millet, cantó tres obras de su repertorio; Cançó
de Nadal, Cançó de bresçol y Corpus. A petición del público, cantó
también Els segadors, que fueron
recibidos con el entusiasmo de siempre.
En fin, una velada agradable para el público
filarmónico, y una fecha que no olvidará nunca el Orfeón de Graus.
FAUSTO
La Vanguardia, 15 de octubre de 1916
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EN EL TIBIDABO
Invitados por el excelentísimo Ayuntamiento
con un banquete en el gran restaurant del Tibidabo, nos congregamos sobre 250
comensales a la una de la tarde.
El teniente de Alcalde señor Puig y Alfonso
que presidió dicha fiesta, ofreció el banquete en nombre del Ayuntamiento al
Orfeón de Graus, pronunciando un discurso elocuentísimo, abundando en conceptos
de un ferviente patriotismo y de admiración a Aragón, que arrancó entusiastas salvas
de aplausos, siendo el señor Puig y Alfonso muy felicitado. Hablaron también
los señores Castillón, Costa y Gambón en nombre del Orfeón gradense, leyendo
este último, con la venia de la presidencia, la carta que del Exmo. Sr. D. José
Maluquer le había escrito desde Madrid, y que publicamos en otro lugar, siendo
muy aplaudida y dándose entusiastas vivas. Terminado el banquete, Pepita Sazatornil
cantó la jota, y el Orfeón el himno de la entidad.
El Orfeón ante el restaurante Tibidabo |
Después de visitar lo más notable del
Tibidabo, regresaron los orfeonistas satisfechos de tan gratísima excursión.
CONCIERTO EN EL PALAU DE LA MÚSICA CATALANA
El suntuoso Palacio de la Música Catalana, de
inusitada grandeza, estaba la noche del 14, como en los días de las grandes
solemnidades artísticas. La plana mayor de la intelectualidad
barcelonesa en todos los órdenes, la aristocracia del arte y de la música, todo
lo que en Barcelona significa progreso y cultura, se había congregado en el
templo de la música la citada noche. Era efectivamente, el brillante aspecto
del soberbio hemiciclo del deslumbrador palacio, conmovedor y emocionante.
Allí escuchamos, electrizados en absoluto, al
magno Orfeó Catalá que bajo la mágica
batuta del excelso Millet, nos transportaba a la gloria del sublime arte del
canto. Y allí triunfó nuestro orfeón, recibiendo la plena confirmación de su
arte y de su valer, en grandes ovaciones y aclamaciones, que, espontáneas y
entusiastas, partían de todos los ámbitos de aquel explendente teatro.
Y allí triunfaron igualmente nuestras dos
grausinas, artistas de corazón Pepita y Conchita, en sus discretas e inspiradas
tonadillas españolas, que cautivaron al distinguido público, demostrándoles con
continuadas ovaciones la sobresaliente labor de su notable arte.
La sección femenina del Orfeón cantando en el Palau de la Música Catalana |
En aquel Palacio que fuisteis aclamados todos, orfeonistas y señoritas, igual que en la calle, al salir de tan brillante concierto, fuisteis doctorados por el más alto tribunal del arte.
También en el Palau, fue colocada una
preciosa corbata en el estandarte de nuestro Orfeón, que ostenta las barras
catalanas en rojos dorados colores, por el dignísimo Presidente del gran Orfeó Catalá.
El Ribagorzano, 28 de octubre de 1916
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