10 de octubre de 1916
Llegada de los orfeonistas.
En el tren mixto de Zaragoza, que tiene la hora de llegada a esta ciudad a las nueve y cuarto de la noche, llegó anoche a esta ciudad el Orfeón de Graus, que dirige el maestro catalán don Manuel Borguñó, ascendiendo a ciento cincuenta orfeonistas, a los que se agregaron otros cuarenta vecinos de aquella población, que les han acompañado hasta Barcelona.
En la estación les esperaban, entre otros,
los concejales señores Martí Ventosa, Figueroa, Mesa, Puig y Alfonso, Gardó,
Fortuny, Pagés, LLopis y Ribalta; el diputado provincial señor Sansalvador, y
el jefe de ceremonias de la Diputación, señor Utrillo; la junta directiva del
Centro Aragonés y numerosos socios del mismo; todos los orfeones y sociedades
corales de Barcelona con sus senyeras
respectivas, y bastante público.
A la llegada del tren, los expedicionarios
fueron recibidos con aplausos y vivas a Aragón, a los que contestaron con otros
a Barcelona.
Precedidos de una sección de la guardia
municipal montada, y acompañados de la banda de música de los Veteranos y de
las sociedades corales de Barcelona, con sus senyeras, marcharon al Ayuntamiento, donde fueron recibidos por el
alcalde y varios concejales.
En la plaza de la Constitución había numerosa
concurrencia, que aplaudió a los orfeonistas, repitiéndose los vivas, que casi
sin interrupción se habían sucedido durante el trayecto.
La comitiva llegó al Ayuntamiento a las diez
y cuarto, penetrando en el Salón de Ciento con las senyeras. Al entrar la del Orfeón de Graus estalló una ovación
entusiasta.
Recepción del Orfeón de Graus en El Salón de Ciento del ayuntamiento de Barcelona
El alcalde accidental, señor Durán y Ventosa,
en un brillante discurso, dio la bienvenida al orfeón, expresando su deseo de
que sea gratísima su breve estancia en Barcelona. Dijo que el recibimiento que
al orfeón se había tributado en Barcelona, no era adulación, sino una prueba de
que Barcelona quiere testimoniar una vez más su simpatía a Aragón y
especialmente a la parte de la región aragonesa que los orfeonistas
representaban. No sólo ven Barcelona en vosotros –dijo- a los hijos del trabajo
que vienen a visitar a otros hijos del trabajo, pues aunque os daría la mano
sólo por ser eso, nuestra estimación es mayor porque sois también admiradores y
amantes del arte y a la capital del arte venís.
Terminó diciendo que deseaba que los
orfeonistas llevaran de Barcelona un grato recuero y la convicción de cuanto se
adora aquí al arte, y dando un viva a Graus, que fue contestado con otros a
Barcelona, a Aragón y a Cataluña.
En nombre de los expedicionarios contestó el
director de El Ribagorzano, señor Gambón, agradeciendo las palabras del alcalde
accidental y añadiendo que el orfeón no venía a Barcelona en busca de laureles,
sino a estrechar con un nuevo abrazo la unión de Aragón y Cataluña, y terminó
saludando al Ayuntamiento, autoridades y prensa de Barcelona, y vitoreó a
Barcelona. Fue muy aplaudido.
En nombre del presidente de la Diputación,
pronunció, en catalán, frases de bienvenida el diputado provincial señor Sansalvador,
y se dio por terminado el acto.
Aunque se esperaba que los orfeonistas
cantarían ante el Ayuntamiento, no lo hicieron por haber llegado fatigados
después de un molesto viaje de veinticuatro horas, siete de ellas metidos en
tartanas y carros.
Una parte de los orfeonistas, con la banda de
Veteranos y los socios del Centro Aragonés, marchó a esta entidad, donde
dejaron depositada la senyera,
retirándose después a descansar.
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A las nueve y veinte minutos, entre una
estruendosa salva de aplausos y vivas al Orfeón de Graus y a Barcelona y a los
acordes de la banda de música de Veteranos, entraba en la estación del Norte el
tren que conducía a nuestros orfeonistas. El espacioso andén estaba atestado de
representaciones oficiales, autoridades, comisiones de orfeones y entidades,
Ayuntamiento, Diputación provincial, Centro Aragonés y Colonia Aragonesa, etc.
En las afueras de la estación, una muchedumbre inmensa con banderas y
estandartes de orfeones y Coros Clavé, esperaba la salida de los orfeonistas
gradenses, desbordándose aquella multitud en entusiasmo delirante, al aparecer
la señera de nuestro Orfeón.
Hechas las presentaciones y saludos
correspondientes, se puso en marcha la gran manifestación, con mucha dificultad
al principio por la excesiva aglomeración de manifestantes, dirigiéndose
precedida de un piquete de la guardia urbana de caballería y de la banda de
Veteranos que ejecutaba alegres pasacalles, hasta la Casa Consistorial. Durante
todo el recorrido hasta la Plaza de San Jaime no cesaron los aplausos, vivas y
toda suerte de manifestaciones de simpatía y adhesión entusiasta del pueblo
barcelonés al Orfeón de Graus. Desde los balcones, las señoras agitaban los
pañuelos y el público prorrumpía en aclamaciones a nuestro orfeón. En verdad
que fueron momentos emocionantes los de la entrada de la entidad gradense en
Barcelona. Pero cuando nos conmovimos impresionados fue, al presenciar desde
los balcones del Ayuntamiento en los que esperaban la llegada de la manifestación,
los Alcaldes, Concejales, la Junta Directiva del Orfeón de Graus y autoridades,
etc., que desde la estación se habían adelantado a la manifestación en los
diferentes carruajes que el Ayuntamiento tenía preparados, fue, como decimos,
la llegada de la imponente comitiva a la plaza de San Jaime. Allí el entusiasmo
del público y manifestantes que casi llenaban la plaza, subió de punto en
vivas, aplausos, aclamaciones y entusiasmo desbordante.
El Ayuntamiento recibió al Orfeón de Graus y
acompañantes en el suntuoso Salón de Ciento, que es el destinado para las
grandes solemnidades. El digno Alcalde ejerciente D. Luis Durán y Ventosa, en
elocuentes y cariñosas frases, dio la más cordial bienvenida al Orfeón,
haciendo votos porque la estancia de los orfeonistas en la ciudad de Barcelona
les fuera agradable, ya que podían considerarse no como forasteros, sino como
hermanos de los barceloneses. Con un viva Graus terminó su elocuente discurso
el señor Durán que fue ovacionado. Contestóle nuestro director palabras de
gratitud y reconocimiento a las autoridades, prensa y pueblo barcelonés por la
entusiasta y cariñosa acogida que habían hecho al Orfeón de Graus, terminando
con un viva Barcelona que fue contestado con entusiasmo. Habló también el
Diputado provincial señor San Salvador, siendo también muy aplaudido.
Terminada la recepción en el Ayuntamiento, se
dirigió parte de la manifestación por las Ramblas y calle de Pelayo al Centro
Aragonés, para depositar el estandarte de nuestro Orfeón en el salón de Juntas
de dicho Centro.
Inauguración del Centro Aragonés en Barcelona, el 7 de septiembre de 1916
Los balcones y vestíbulo de la Casa de Aragón
estaban abarrotados de socios del Centro, que tributaron una ovación delirante
al presentarse el Orfeón delante de aquel palacio.
En la sala de Juntas, por estar actuando una
compañía de verso en el teatro, tuvo lugar la recepción del Orfeón, saludando y
dando la bienvenida a los gradenses, el dignísimo presidente D. Pascual Sayos,
el que con palabras de cariño y afecto ofreció la Casa de Aragón a los
orfeonistas, diciéndoles que habían entrado en su propia casa, y que sentían
una intensa satisfacción en recibir y albergar en ella a los hijos de Graus, a
quienes admiraba su patriotismo y su aragonismo. Con un viva Graus y otro a
Aragón terminó el señor Sayos su elocuente discurso siendo muy aplaudido. Le
contestaron para darle las gracias y expresar su gratitud al señor Presidente y
al Centro Aragonés en nombre del Orfeón de Graus y de nuestros residentes en
Barcelona, los señores Castillón y Gambón, terminándose el acto con vivas a
Aragón, a Graus, al Centro Aragonés y a Barcelona.
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